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“Mucho Gusto”, helados veganos pa’ to’ el mundo

  • jengibrepr
  • Sep 27, 2021
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“Mucho Gusto'' es la primera heladería artesanal puertorriqueña 100 por ciento vegana. Este dato es para que te des guille, boricua.

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Algunas palabras me atontan. Y no me refiero a sentirme ofendida, sino como cuando me dicen algo lindo y me sonrojo porque no sé cómo reaccionar. “Regresar” es una de ellas, de las palabras que me ponen tonta. La asocio con “pertenecer”, que también me atonta. Si estuviera conversando con alguien sobre esto, para desviar el tema, diría que me pasa porque son verbos y los verbos me gustan por ser palabras en movimiento. Pero, ¿por qué mentir?. Me atontan por la nostalgia que cargan. “Regresar” tiene un camino preciso, y “pertenecer” tiene una dirección precisa también; Puerto Rico.


Laura J. Pérez Betancourt está de acuerdo conmigo. No se lo pregunté directamente, pero me lo confirmó al contarme cómo regresó a Puerto Rico, dónde su corazón pertenecía, buscando un terreno cálido para que “Mucho Gusto” estirara cómodamente sus raíces.

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El lugar ya lo tenía, siempre estuvo marcado en el mapa de su vida. “Mucho Gusto” compartiría pared con el centro veterinario de su padre, ese que él dirige hace muchos años en Trujillo Alto. El centro veterinario fue algo así como la ramita que se usa para darle sostén a las plantas recién sembradas. Lo único es que no son plantas lo que refuerza. Bueno, no directamente, pero algo de eso también hay (lavanda y miel, por ejemplo).

¡Son helados!


Me disculpo si me tomó tres párrafos ir al grano, pero esta historia lo merece. Laura hace helados con ingredientes “de aquí como el coquí” (digo “aquí” porque desde donde escribo, el Bronx, es casi territorio puertorriqueño). Laura hace helados sin productos animal. No usa leche, no usa huevos, no usa crema. Sin embargo, una cosa tiene clara; que sean veganos no les quita la connotación decadente y pecaminosa, ni la realidad sabrosa de ser un postre.


La historia de Laura con los helados veganos comenzó en Hong Kong, China. Sí, al otro lado de este lado del mundo. Vivía allá con su familia. Laura, arquitecta de profesión, diseñó su camino en el mundo de los helados con la ayuda y mentoría de varios expertos entre la comunidad donde residía. Aprendió observando, preguntando, inventando, probando y “metiendo las patas”. Le daba a probar sus inventos a otras mujeres que compartían el mismo interés por los productos no lácteos. Creó fama, una marca, y un sabor. Le iba bien. Con sus postres suplía varios lugares, pero no eran sus lugares. Los ingredientes, aunque eran familiares para ella, tampoco eran sus ingredientes. ¿Me explico? Le vendía a su comunidad, pero no era “su” comunidad. Usaba coco, pero no eran los cocos que reconocía su paladar, los que prefería su memoria. No eran cocos boricuas. Tenía que regresar a casa.


“Cuando compraba frutas o ciertos ingredientes en Hong Kong los establecimientos especificaban de dónde venían, ‘un coco de Tailandia’, ‘una piña de Malasia’ y yo decía, ‘wao pero todas estas cosas yo las tengo en mi país y están a la par o mejor que estos.’ Ese orgullo yo lo quería sentir. Yo quería decir ‘este helado de piña es de tal pueblo’, quería recordarle a la gente lo exitosa que es nuestra agricultura y apoyarla”, narró.


Supe de “Mucho Gusto” por mi hermano. Javi fue y compró varios sabores de helados, incluyendo el “cookie dough”, y me llamó para contarme que iba a hornear galletas que también podía comer como helado. Yo estaba confundida. El sabor “cookie dough” de “Mucho Gusto” es un híbrido que puedes comer directo del pote o que puedes hornear en forma de galletitas.

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El resto del menú también es juguetón. Además del “cookie dough” incluye otros sabores poco usuales para el boricua promedio, pero hechos con ingredientes locales. Algunos son: lavanda honeycomb, parcha, coco color mar, coco y vainilla, vainilla, chocolate, coco-lima-limoncillo, guineo pralines, vainilla praline, y limonada de fresa, entre otros.


Laura abre su local dos días, el resto los usa para inventar en su cocina de producción. Como es un negocio pequeño, trabaja poco a poco, pero constante. Un día prepara un sabor, el siguiente se enfoca en otro y así sigue hasta terminar el inventario para viernes y sábado.


Los clientes, al llegar al local, encuentran lo que parece una casita de muñecas amarillenta. Piden a través de “la ventanilla”, que no es otra cosa que la interpretación de Laura de las ventanas por donde las señoras venden limbers en los barrios de Puerto Rico. En este caso, quien te puede estar vendiendo el helado es Laura, su hija o algún otro familiar.


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Al momento el local no tiene “seating space”. Está diseñado para comprar y llevar. Sin embargo, la gente se estaciona debajo de los árboles aledaños y se acomodan tipo picnic para comerse sus mantecados. También, Laura sugiere a sus clientes visitar la plaza del pueblo como un lugar perfecto para embarrarse de coco o miel y lavanda. De esta forma logra algo así como un círculo comunitario: utiliza ingredientes locales, produce todo in-house (nada previamente hecho), envuelve a su familia y su historia en los sabores, más atrae turismo a su pueblo.


“Este tipo de proyecto tiende a estar en Condado, en Ocean Park, o Santurce, pero yo sé que es un producto que la gente de acá dice, ‘que bueno que está aquí’”, sentenció.


Otra cosa que logra es incluir a un grupo de la sociedad que, por restricciones dietéticas, no comen postres; diabéticos, celíacos e intolerantes a la lactosa. Los postres generalmente son altos en azúcar, a base de gluten o productos lácteos. Con su marca busca normalizar la idea de que los postres no necesariamente tienen que llevar estos elementos para ser considerados postres. Un postre simplemente tiene que ser sabroso, tan sabroso que lo quieran devorar inmediatamente, y que se queden con ganas de más.


“Esto es para personas que les gusta un buen postre y también para personas que tienen limitaciones alimenticias. Es una alternativa que cubre una amplia variedad de dietas. Hay cosas a base de coco, hay cosas a base de nueces. Lo que quiero es que todos tengan la opción de disfrutar un buen helado. Yo quiero que mi producto sea una opción como postre, no como “healthy food”. Quiero que satisfaga un antojito. Al eliminar lácteos, huevos, trigo hace que este postre caiga mejor”, insistió.

Hace 16 años Laura descubrió que es intolerante a la lactosa. Buscando satisfacer sus antojos llegó a construir el proyecto con el que sustenta a su familia. Sus tres hijos han aprendido de ella lo que es entregarse de cuerpo y alma a los sueños. “Las cosas que he visto es que mis niños tienen curiosidad y respeto por lo que estoy haciendo. Solo el hecho de hacerlo, sé que soy un ejemplo de los valores que tengo.


Pronto, muy pronto, “Mucho Gusto” espera expandir su horario de jueves a domingo con un área frente a la ventanilla con mesas y sillas donde las personas puedan sentarse. Esto, además de darle vida al lugar, les permite jugar con el formato de sus helados. Les ofrece la oportunidad de servirlos al momento, y de crear otras experiencias. ¿Ya visitaste el local? Cuando vayas, me cuentas cuál fue tu sabor favorito, ah, y saluda a Laura de mi parte.



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