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Mía Castro, su vida detrás de las cámaras

  • jengibrepr
  • Oct 7, 2021
  • 7 min read

La chef Mía Castro y yo nos conectamos por videollamada para hablar de su carrera y sus inspiraciones. A la soltá’ hice un papelón porque no sabía activar el audio de mi computadora y Mía tuvo que esperar por mí a lo que resolvía. ¡Hablamos por una hora, de todo! Aquí les presento la vida desde los ojos de Mía.

Mía Castro asegura que fue su abuela quien la contagió con amor por la cocina.

A sus 18 años Mía Castro estaba segura de una cosa; iba a estudiar fuera de Puerto Rico. Solo tenía que descubrir qué.

Según Mía, su mamá fue quien le sugirió estudiar cocina. Le dijo algo así, “oye, a ti que tanto te gusta inventar y leer libros de recetas, ¿por qué no estudias para ser chef?”. La intuición maternal me asusta tanto como me inspira. Su mamá la observó, la leyó, y le inyectó la confianza que a muchos nos cuesta encontrar. Después de la sugerencia, Mía vio su vida en retrospección. La idea encajaba a la perfección.


“Mami trabajaba un montón y había veces que llegaba tarde a casa y nos dejaba cositas congeladas, como mac and cheese. Yo siempre he tenido el paladar un poco más desarrollado y esas cosas no me gustaban. Cuando no sabía qué estudiar, mami me dijo: ‘Mía, ¿por qué no estudias artes culinarias?’ Le agradezco a mami porque me dio el empuje que necesitaba y vio el talento que se podía desarrollar”, contó la chef.

Causa Peruana con Ceviche

Con 21 años, cuando algunos todavía no sabíamos identificar la derecha ni la izquierda, Mía andaba dando cantazos por las mejores cocinas de Las Vegas. Decidió estudiar artes culinarias en la CIA (Culinary Institute of America), por su programa de bachillerato con enfoque en manejo de restaurantes. A mitad del programa, como parte del currículo, tenía que completar un “externship” en el restaurante de su preferencia. Mía escogió Bouchon, un restaurante francés de Thomas Keller, el chef estadounidense con mayor cantidad de estrellas Michelin.


“En Bouchon yo quería trabajar en todas las estaciones. Pude hacerlo, cuando logré eso dije, next. Entonces Jaleo de José Andrés acababa de abrir y yo quería trabajar con él. Solicité, trabajé como dos años, y me cansé de Las Vegas”, confesó.


Mía ya estaba fuera de la escuela y contaba con experiencia entre los mejores, pero esas experiencias traían consigo mayor distancia con su familia, sus raíces y con ella misma. En busca del calor de su tierra, se mudó a Miami. En un vuelo de dos horas podía estar en casa cuando quisiera.


Se transfirió con la compañía del chef español José Andrés, específicamente al restaurante El Bazar. Pero en poco tiempo aceptó otra oferta para trabajar como sous chef en un hotel.


“Lo acepté porque quería trabajar en management. Pero llegó el momento en que estaba burned out. Era un montón de trabajo, estaba trabajando como 70 horas semanales. Hubo unas cuantas noches que los jefes me dejaron quedarme en el hotel porque no me daba tiempo para ir a casa y volver. Llegó un momento en que no podía más. Sentía que mis esfuerzos no eran suficientes y mi mente perfeccionista y exigente no estaba a la par con mis managers ni con las personas que trabajaba. Ahí dije no más”, narró la chef.


¿Quitarse o reinventarse?

A veces no se puede descifrar si un aguacate está maduro con solo tocarlo. Es una sorpresa, no se ve desde afuera, no hay otra opción que abrirlo. Con todo el respeto que le tengo a Mía, me atrevo a decir que para ese punto de su vida ella estaba como un aguacate. Lo que cargaba dentro era un misterio para el resto de la humanidad. Estaba frustrada, había desarrollado una relación antagónica con lo que suponía ser su profesión ideal. Era hora de reinventarse. Su opción era retirarse de las cocinas y estudiar leyes.

Scallops salteados con caldo de butternut squash

“La industria me ha dado muchos cantazos. Yo estaba sintiéndome bien down. Sentía que trataba y trataba y nada. Yo entré a trabajar en restaurantes jovencita, en la línea todos eran hombres mayores que yo. Aparte de que me criaron con la idea de que las mujeres somos delicadas. Yo entré con mentalidad de niña a esas cocinas calientes y loud, tenía que levantar cosas pesadas, había mucho ego, mucha competencia, para mí era bien intimidante. Me entró un afán con estudiar Leyes, porque esta no era la industria para mí”, confesó.


Sin embargo, no pudo postularse ese semestre para la escuela de Derecho por un contratiempo con su solicitud. Ahí fue cuando le llegaron respuestas a preguntas que tenía miedo a hacerse, digo, tuvo un momento de claridad, o mejor, llamémosle esperanza.


Una amiga sommelier le sugirió trabajar como chef privada. Sí, amigos, hay gente que come “restaurant quality food” diariamente. Hay un gran mercado para esto. Mía encontró su nicho. Comenzó como chef privada para una familia rusa en Miami, y hasta el momento ha tenido varios clientes. Actualmente vive en Nueva York y trabaja para una familia que le ofrece libertad creativa, respeto y la confianza culinaria que necesita para alimentar su moral profesional.


“Fue un gran momento en mi carrera porque decidí explorar las artes culinarias desde otro ángulo. Es algo que funciona bien para mí por el nivel de exigencia conmigo misma. Puedo ser creativa, puedo desenvolverme súper bien, puedo inventarme algo todos los días, puedo prestar atención a los detalles. La estructura de cocina cambia de familia en familia, tienes que adaptarte a sus dietary restrictions, pero aparte de eso, no se quieren aburrir con la comida, tienes que ser bien creativa”, explicó.


Chopped y Hell 's Kitchen, ¿cómo pasó eso?

Yo no quería que la participación de la chef en las competencias Chopped, de Food Network, y Hell 's Kitchen, de FOX, fueran el tema principal de esta entrevista, sino su vida aparte de esas experiencias. Sin embargo, tengo que al menos mencionar cómo fue que llegó a participar en ambas porque las historias están bien “cool”.


Mía llegó a Hell's Kitchen porque alguien de su escuela la recomendó. Ella trabajaba como private chef para una familia de Miami y un día recibió un mensaje por Linkedin de un casting director interesado en que participara en el show. Hizo un casting interview, un casting en Los Ángeles, un video cocinando y quedó dentro. Mía nunca había visto el programa.


“Recuerdo que dos o tres días antes del show mi mamá me dijo que había visto episodios y quería contarme qué hicieron, yo le dije ‘no me digas mami, no quiero saber’. Yo no lo quería ver y ella me insistía. Fui a la competencia con cero expectativa y me sorprendí a mí misma. Al chef le encantaba mi comida, he keep praising it. En Hell 's Kitchen logré comprobar que todas esas inseguridades que tenía; de mi sazón, de mi plating, que decían que yo era muy perfeccionista, sobre la comida boricua; era la gente tratando de tumbarme”, compartió.


Su participación en Chopped ocurrió acabando de salir de escuela culinaria, a sus 22 años. Se inscribió luego de ver un episodio en su casa. Ella estaba segura que podía dominar los ingredientes secretos de la canasta.


“Una noche entré al website de Food Network y llené la solicitud para Chopped a ver si me llamaban. Así mismo; llené y me llamaron. Fui bien atrevida, yo tenía 22 años y acababa de salir de culinary school. Los demás eran tres chefs ejecutivos mayores de 40 años. Yo fui bien confiada”, explicó. En esa competencia quedó primera finalista.

Lo boricua lo demuestra con su sazón

Mía ha dejado su pellejo boricua en muchas cocinas, en competencias y en televisión, pero todavía, cuando quiere cocinar platos tradicionales, busca asesoramiento experto; su abuela. Aunque en su trabajo diario no cocina comida tradicional puertorriqueña, está segura que lo de boricua está presente en la fuerza del sabor de su comida. “Lo de boricua lo llevo con el sazón. Sazonar es algo que aprendí de mi abuela, por eso es que mi comida sabe muy rica”, dijo.


La pandemia ha hecho que Mía considere la posibilidad de regresar a Puerto Rico en algún momento. Por todas las oportunidades que ha tenido y la fama que ha logrado, Mía siente que es su deber devolverle algo a su país. Tal vez no en cinco meses ni en un año, pero la idea navega su mente.


“Cuando empezó la pandemia mis clientes se fueron y yo regresé a Puerto Rico por un tiempo. Yo no estaba trabajando. Me fui pensando que regresaría a NY en dos semanas, pero me quedé en casa cinco meses. En esos cinco meses yo estaba re-aprendiendo la cocina puertorriqueña porque son cosas que usualmente no cocino. Estoy aprendiendo a usar los ingredientes y a hacer los platos de mi país”, dijo.

Tostones rellenos

En paz con lo que ha logrado

“Cuando me fui a estudiar artes culinarias la idea era regresar a Puerto Rico, abrir un restaurante y ser chef. Yo no sabía lo difícil que era la industria. Pero si ahora me preguntan, ‘¿y tú restaurante?’ Eso no lo veo. Me encanta dónde se ha movido mi carrera, pero no necesariamente para ser chef tienes que tener un restaurante. At the end of the day, a mi me encanta comer y cocinar. Para mí la cocina no se supone que fuera mi profesión, se convirtió en eso y es brutal porque hago lo que me apasiona”, dijo la chef, quien es natural de Cupey.


Mía, a quien siento que conozco de toda la vida, está segura de estar donde tiene que estar en este preciso momento. Todavía le llueven metas por lograr, pero en su cabeza ya no siente la presión de tener que estar en un restaurante para ser “chef”. Está convencida de que su carrera habla por sí sola. Ahora su prioridad es continuar en un espacio cómodo que no le limite su creatividad y que le ofrezca tiempo para conectar con las personas que la siguen y quieren aprender más de la cocina a través de ella.


Para conocer más de la chef puedes visitar su página web, su Instagram o su canal de YouTube.

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