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El Risotto en mi vida

  • Jul 2, 2019
  • 4 min read

Updated: Aug 7, 2019

Risotto para mí es el nuevo chocolate. Mucha gente usa el chocolate para demostrar amor y afección, pero yo estoy empezando a usar el Risotto.

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Aprendí a cocinar Risotto leyendo recetas en Internet y viendo videos en Youtube. Me gusta porque es arroz con queso y vino. Pero me gusta también porque es moist y porque le puedo añadir mil diferentes combinaciones de ingredientes.


La primera vez que cociné Risotto lo hice con pollo y setas. Mi housemate para ese entonces lo comparó con el que hace su mamá. Eso fue tremendo cumplido para mí.


Casi un año después volví a cocinarlo, esta vez como cena de Nochebuena. Era la primera Nochebuena que pasaba lejos de mi familia. Así que dos o tres almas solitarias, que se encontraban en la misma situación que yo, nos reunimos en casa de un amigo para recrear una cena de nochebuena. La cocinera fui yo. Sentía la presión porque entre mis invitados estaba la queridísima chef puertorriqueña Giovanna Huyke junto a su madre (una maestra de cocina) y su hermano con tan buen paladar como ellas.


No recuerdo bien qué le añadí, creo que tenía setas, vino blanco, queso parmesano y un poco de la grasa que soltó el pernil que horneamos (eso fue idea de la chef). Esta vez quedó divino también. Nos lo comimos al momento, así que el queso estaba derretido y el arroz bien jugoso.


Luego visité a mi familia en Puerto Rico y les conté sobre este arroz que hice y que Giovanna y su familia aprobó gustosamente. A mi familia les gusta que le cuente cosas, pero más les gusta que se las demuestre. Así que mami me consiguió todos los ingredientes para que les hiciera ese arroz a ellos. Hacer Risotto para mi papá me puso más nerviosa que hacerle Risotto a una chef reconocida internacionalmente. Papi no ama el arroz. Papi no come cosas que estén pálidas (odia la pasta con salsa blanca, pa’ que tengan una idea) y no le gusta el arroz amogollado (arroz sobrecocido y pegajoso). Ya tenía dos puntos contra mí porque el Risotto es bien pálido, super pegajoso y cremoso. Yo me compuse, organicé los ingredientes, organicé mi área de trabajo y me puse a cocinar. Estaba cocinando en la cocina de la terraza porque era cinco de enero y nos estábamos preparando para la Fiesta de Reyes del próximo día.


Les hice Risotto de pollo con setas porque no quería arriesgarme a inventar algo nuevo y que tuviera mal sabor. Esta vez quedó muy rico también. De él comió mi mamá, mis hermanos, mi primo, un tío, una visita, mi papá y yo. El plato de mi papá se lo puse yo misma en sus manos con la advertencia de que podía ser una de las cosas que más le disgustaría en el mundo, pero que lo intentara. Al rato caminó hacia mí con los ojos sospechosos y me dijo: "no estaba mal, me gustó". YES! Así es papi, de pocas palabras cuando lo sorprenden.


Ya de regreso a Boston, una mañana me levanté con ganas de comerme un plato con excesivo almidón. Risotto por supuesto. Le agregué de todo lo que tenía en la nevera, sin mentir. Tenía cebollas, pollo, brócoli, espinacas, nueces y hasta pasas, y salteé todos los ingredientes con mantequilla. Yo he aprendido a combinar ingredientes que jamás imaginé comer juntos. Dulce y salado es mi combinación favorita, también nueces con todo. Para este Risotto no tenía vino blanco, pero sí vino rojo. Temía usarlo porque el color que le iba a dar podía llegar a ser poco apetitoso. Sin embargo, el sabor era muy interesante. Le añadí una combinación de tres quesos que ahora mismo no recuerdo. Tres quesos que parece que llevaban en mi nevera una eternidad y los usé sin probarlos antes. ¿Quién es tan raro de tener queso en las manos y no comer un pedazo? YO, yo soy la rara. El queso estaba dañado y dañó mi obra de arte. Tuve que tirar todo el risotto a la basura.


Meses después decidí volver a intentar hacer el Risotto violeta, como le llamé. Esta vez añadí pollo y cebolla, vino tinto, queso y caldo de pollo fresco. Aparte preparé una ensalada a base de espinaca, almendras, tomate, cranberries deshidratados, miel, aceite de oliva, sal y pimienta. Todo estaba picado en cortes muy finos. La idea era servir el risotto caliente y terminarlo con esa ensalada al tope.


Mi último encuentro con este plato fue cuando me antojé de hacer Risotto con gandules y jamón, como si fuera un rico arroz con gandules de mami, pero con queso y vino.


Primero puse a hervir los gandules y el jamón de cocinar en bastante agua. El caldo lo use como base para el risotto. En un sartén amplio agregué dos cucharadas de mantequilla y cuando derritió transporté los gandules y los pedazos de jamón al sartén y los salteé un poco. Agregué más mantequilla y el arroz (arborio). Cuando el arroz empezó a crujir, agregué el vino blanco, suficiente que cubrió el arroz. Esperé que absorbiera el líquido sin dejar de remover. Cuando secó, comencé a añadir el caldo de gandules y jamón, una taza a la vez. Cuando absorbió el líquido, añadí la próxima taza de caldo hasta que el arroz estaba cocido. Agregué más mantequilla y queso parmesano rallado. El risotto quedó muy rico. El sabor de los gandules se sentía muy fuerte gracias al caldo de gandules con jamón. Lo serví con arañitas de plátano para darle un toque crujiente.


Risotto es sin duda un plato con el que se puede jugar y siempre ganar. No me canso de decirlo, nada va a salir mal. Atrévete a crear con él, puedes empezar usando diferentes quesos, o diferentes caldos (pollo, pescado, cerdo, vegetales, gandules), vino rojo o vino blanco. Cuando ya te sientas al dominio de la técnica de cocción, entonces vacía la nevera en el sartén y disfruta de la genialidad de tu creatividad.

 
 
 

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