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El año que se va

  • Dec 28, 2020
  • 2 min read

Una reflexión para esta navidad. Tarde, pero segura...

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En mi cuarto tengo dos pizarras de cartón pegadas a la pared. En una pongo las cosas que quiero hacer a corto plazo, y en la otra engancho fotos de las personas más importantes en mi vida. Recuerdo que al inicio de este año lo primero que pegué fue un pequeño pedazo de papel que decía “pasar diciembre en el paraíso”. En enero había decidido que iba a celebrar los holidays con mi familia en Puerto Rico. De más está decir que eso no pasó.


Y es que un día me mudé a “the land of the free” y finalmente entedí que la emoción de la Navidad nunca han sido los regalos debajo del árbol, sino la familia juntita peleando por el primer ñaqui del lechón, el próximo turno al billar, la próxima canción del karaoke o el último buche de coquito.


Lo que llaman el espíritu navideño no se ha posado en mi cuerpo hace cuatro años. Claro está, mis roommates y amigos en la diáspora hacemos nuestras reuniones y con eso calmamos un poco la sed de estar en nuestras casas. Comemos comida rica, pero no hecha por nuestras madres, abuelas o tías. Tomamos vodka con china, pero no las del país. Nos damos unas cervecitas, pero no con nuestros papás. Cantamos a to’ lo que da, pero no sentimos la ansiedad de la posibilidad de que los amigos nos lleven una parrandita. Son unas fiestas a la mitad, nos dejan sedientos.


Sea cual sea tu razón principal para celebrar, estoy segura que puedes confirmar con toda seguridad que la imagen incluye a tu gente al lado.


En este año tan particular, muchos dentro y fuera de la isla se van a identificar conmigo. Las reuniones familiares no son prudentes todavía. Si queremos asegurarnos que nadie nos va a faltar a la hora de empezar a arrancar cuerito en las próximas navidades, había que sacrificarse en esta.


Así que como todavía nos falta Despedida de año, Reyes y las Octavitas, activa tu Zoom Call o tu Instagram Live y conéctate con los tuyos digitalmente. Compartan las recetas de lo que siempre les toca llevar a las fiestas para que, aun a la distancia, puedan disfrutar los emblemáticos platos familiares. También pueden inventar algo nuevo. Hagan de esta situación una oportunidad para desquitarse en la cocina.


En distanciamiento y con cariño, Michelle.



 
 
 

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